El malogrado y fugaz romance entre Héctor Coire y una campanense
top of page

El malogrado y fugaz romance entre Héctor Coire y una campanense

En agosto de 1939 la Revista Radiolandia daba cuenta de un romance entre el galán de los radioteatros y cine argentino Héctor Coire y una vecina de nuestra ciudad.


Coire, nacido en Buenos Aires en 1917, había sido visto en Campana, y su presencia no había pasado inadvertida para el vecindario: en la sección de chismes de la Radiolandia -una de las revistas más populares de esos años- se había filtrado la novedad ante la consulta de un vecino del pueblo que intentaba confirmar el romance.

El fragmento de la revista Radiolandia con la mención a Coire y a su ¿novia? campanense.

Para el ’39, la ruta que llegaba a Campana no era la 9, sino la 12: faltaban un par de años para el cambio de traza de la 9, que ocuparía más o menos la de la 12. Y no había puente sobre el Río Reconquista, con lo cual el viaje era bastante más largo de lo esperable. Así que lo más probable es que Héctor llegara a Campana, aún si tenía auto, a través de algún servicio del Ferrocarril Central Argentino. Saliendo de Retiro, pongámosle en el servicio de las 15:30, le permitiría arribar a Campana, previo trasbordo en Villa Ballester, a las 17:23.


En aquellos años nuestro pueblo era regido por los conservadores. Casildo Coletta había sido elegido en 1936, e iba terminar su mandato en 1940. Era el segundo periodo de Casildo al frente de la Municipalidad, ya que del año 27 al 28 le había tocado estar al mando del ejecutivo local, al igual que su hermano José lo había hecho del 20 al 21.


El pueblo estaba en crisis: lejos estaba de ser superado el cierre del frigorífico ingles en el año 1926. Campana ya no crecía de manera exponencial como a comienzos de siglo, sino que se estancaba, e incluso muchos jóvenes migraban.

Como actor, Coire participó en 12 films entre 1937 y 1951

La West India Oil Company, es decir, la actual Axion, era la industria de mayor peso. Los talleres ferroviarios en algún punto un poco de movimiento laboral generaban; la refinería Itaca, aunque menor, algo de trabajo daba; pero aún faltaban algunos años para el crecimiento o, más bien, para el resurgimiento del pueblo: la cerámica Facera en el ‘48, y ya para la década del ‘50 Dálmine, Cometarsa, Catema, Carborundum, Fábrica Militar de Tolueno y La Papelera Latina.


Volviendo a Héctor, lo tenemos un viernes por la tarde bajando de la formación en Campana, y vamos a suponer que esto sucede un poquito después de la salida de esa Radiolandia, ya para finales de septiembre del 39. La tradición y las pocas cosas para hacer en esa Campana pueblerina forzaban al recorrido de los solteros a dar una vuelta hasta la estación. La tarde está concurrida y siente las miradas de los presentes. Se sabe reconocido y observado.


Al salir de la estación, camina unas cuadras hasta la esquina de tienda La Mar, en Luis Costa y la entonces Rivadavia -frente al Banco Provincia- y se encuentra a Otilia.


Ella vestía seguramente a la moda. Quizás, un vestido blanco con grandes lunares negros.


Los jóvenes probablemente seguían comentando en la Estación la visita del galán, mientras entre los distintos grupos se fichaban pensando quizás en alguna matinée danzante en el Cine Moderno, o algún baile en el salón del Cine y Teatro Italia que vendría algunas horas después.


En plan de comodidad, lo normal sería suponer que Coire y Otilia podrían ir esa tarde a comer alguna de las legendarias picadas del Bar Verdier -el salón donde actualmente se encuentra una mega-perfumería, sobre la actual Rocca entre Güemes y De Dominicis-, o quizás a tomar algo en el Hotel Campana, donde hoy está el Banco Nación. Luego, acaso, rentaron un cuarto y, por comodidad literaria, vamos a decir que ‘’se amaron por última vez’’.

Coire nació en Buenos Aire el 2 de diciembre de 1917, y falleció en Montevideo, Uruguay, el 2 de enero de 1974.

‘’Por última vez’’ porque no sabemos si él no quiso ir más allá del ‘’touch and go’’ –para lo cual, ya que estamos en plan de suponer, pudo haber esgrimido la clásica excusa de que ‘’su carrera podía comprometerse''- o, por qué no, en una de esas Otilia decidió que ir más lejos con un artista no era una buena idea. No lo sabemos, ni sabremos si fue así esa última vez.


Héctor Coire se murió de un infarto en el ‘74. Antes de morir, y con la televisión ya funcionando masivamente, se convirtió en un popular conductor televisivo. De Otilia, si es que así se llamó, no sabemos nada.


Lo que sí, es probable que los ojos de Otilia hayan visto el resurgimiento de nuestro pueblo unos años después.


Seguramente nacida en las cercanías del año 20, si aún hoy está por este mundo será una afortunada centenaria.


Quien les escribe buscó un poco sobre las historias de amor de Coire y, previsiblemente, no encontró nada más que lo relacione a Campana.


Hay algo fatal en algunas historias de amor (y de hecho, si es amor es forzosamente fatal siempre). Existe una novela, que también fue película, ‘’Boquitas Pintadas’’ se llama, en la que hay una escena que siempre la recuerdo: alguien toma las cartas privadas de una persona que acaba de morir. Acto seguido, y sin leerlas, esas cartas van al incinerador del edificio. Las dos partes que se escribían esas cartas murieron: una acababa de morir, y la otra, años atrás. Y ahí, en esa escena, las cartas se van quemando, y se ven parcialmente algunas frases de una historia que ya no es, y que ya no será para nadie.

Quizás esta historia de amor, este simple recuerdo de unas líneas escritas en una Radiolandia de hace 83 años, haya servido para bosquejar un cuadro de situación de la Campana del ’39, con sus usos y costumbres. O, en una de esas, fue una forma de sacar del incinerador una historia de amor que se disolvió en los años y en los recuerdos de los que ya se fueron.


Ojala, aún sin final feliz que contar, Otilia y Héctor, de a ratos lo hayan sido.

 

Leé también:

  • ''Los censos de 1855 y 1869 en la historia de Campana'' [click acá]

  • ''Campana, Luján, Lómez y la viga chica'' [click acá]

  • ''Un crimen campanense: la triste vida de John Richards'' [click acá]



bottom of page