Don Francisco Álvarez Tenaris
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Don Francisco Álvarez Tenaris

Actualizado: 13 jun. 2023

Vivo en el barrio Obrero, que está entre medio del ‘’Barrio Dálmine Viejo’’ y el ‘’Barrio Dálmine Nuevo’’. A pocas cuadras de mi casa está ‘’La cancha de Dálmine’’, el ‘’Campito de Siderca’’, el viejo ‘’Hotel Dálmine’’ y el que supo ser el ‘’Club Siderca’’. A la derecha de la entrada lateral del ex hotel, sobre la calle Balcarce, hay otro espacio verde de Siderca con carteles que dejan en claro que ese lugar es de ellos: ‘’propiedad privada’’, rezan. Hasta hace un tiempo, también, estaban ''los lingotes'', un supuesto ''monumento a la industria'' emplazado en lo que se conoce como ''la rotonda de Siderca'', al comienzo de la Av. Mitre.

Hartos.

Nos alejamos un poco de esa zona, y nos dirigimos a la principal arteria comercial de la ciudad: la ‘’Avenida Ing. Agustín Rocca’’. En el comienzo de la misma, a escasos metros de la escalinata de la plaza principal, se encuentra un monumento a este tal Agustín Rocca, de quien absolutamente nada sabemos.


Caminamos otro poco. A exactamente 1,2 kms tenemos el ‘’parque urbano Ing. Roberto Rocca’’. Y si seguimos 4,5 kms más vamos a llegar al ‘’Barrio Siderca’’, cuyo final está marcado por la ‘’Escuela Técnica Roberto Rocca’’.


Pero volvamos al casco céntrico, específicamente al renovado paseo costanero. Entramos, y lo primero que vemos es un lugar que a mí me recuerdo horrores al cementerio de monumentos de simbología comunista ‘’desinstalada’’ de Moscú en Gorky Park, llamado ‘’Muzeon Park of Arts’’: en la capital rusa destinaron una parte del parque más famoso de la ciudad para que funcione de exhibidor de todos los monumentos comunistas que alguna vez enarbolaron el espacio público, y que fueron retirados como parte del proceso de desestalinización.

En la costanera, sin embargo, los objetos en desuso que se acumulan y se exhiben no son los de un grandioso período histórico que pretende dejarse atrás, ni tampoco se trata de ítems de alto valor cultural: es puramente chatarra, que en cualquier otro contexto sería descartada como tal. Así, tenemos la ‘’Cuchara histórica de la acería Tenaris’’ (así, increíblemente, figura en google), que es básicamente una estructura con forma de tacho de basura totalmente oxidada que se instaló a la altura de la pileta del Campana Boat Club; un ‘’Puente Grúa’’, que es una cosa que aparentemente se usaba para mover tubos; y ahora pusieron lo que supuestamente es una ‘’reconocida obra conceptual del artista estadounidense Dan Graham’’ (?) pero que se ve como una gran mampara de baño avant-garde (?).

En la Costanera no hay espacio para una cancha de básquet, ni de medidas oficiales ni 3x3. Pero sí hay para cada descarte que a Tenaris se le ocurra exhibir. ¿Por qué?

Cada una de estas cosas de Tenaris con las que el Municipio ‘’adorna’’ (??) la costanera viene acompañada de carteles informativos, que bien podrían estar emplazados en un museo privado de la empresa. Y eso es, justamente, lo que parece la costanera: un museo-memorial de Siderca instalado en el espacio público campanense. ¿Por qué digo ‘’campanense’’? Porque ese espacio pertenece a Campana, y fue pagado por los campanenses.

Siguiendo con la comparación con el Muzeon Park of Arts, de más está decir que los objetivos que se persiguen en Moscú y los que se persiguen aquí en Campana son súper distintos. En Moscú son conscientes de que todos los objetos comunistas retirados del espacio público son de un inconmensurable valor histórico y cultural, que no pueden ser simplemente descartados por tal motivo, y que aparte su exhibición puede servir a los fines de crear consciencia sobre un pasado que no quieren repetir. Además, el espacio del Gorky Park destinado para este museo a cielo abierto es pequeño, está bastante escondido, y ni siquiera es muy promocionado turísticamente. Finalmente, se trata del Estado Municipal moscovita decidiendo sobre el espacio público moscovita.


En Campana sucede otra cosa: en primer lugar, lo que se está poniendo en la Costanera es descarte de nulo valor histórico-cultural. Los invito a hacer el ejercicio de llevar esa ‘’cuchara’’ a una subasta abierta, a ver si consiguen venderla por algo más que por su peso en chatarra. En segundo término, el objetivo –implícito, claro está- es marcar territorio: ‘’estamos en todos lados, pues la ciudad es nuestra. No importa quién gobierne, si peronistas o macristas: nosotros mandamos’’ es el mensaje ulterior. ¿Uds. se imaginan ver monumentos y señalética de la empresa siderúrgica londinense ‘’Corus Group’’ decorando Hyde Park o Kensington Gardens? Por supuesto que no: no tiene sentido. Acá, como puede verse con claridad, está la madre de las incongruencias: ¿cómo puede ser que una empresa privada se apropie simbólicamente –y concretamente, pues esa chatarra ocupa metros cuadrados reales de nuestro paseo costanero- del espacio público campanense? ¿Por qué? ¿Quién los autorizó y bajo qué fundamentación?

Y surge rápidamente la pregunta: ¿qué hace esta empresa para tener todos estos privilegios, para tener tanta soberanía sobre nuestro espacio, y para que los distintos gobiernos municipales mantengan todos por igual la misma actitud genuflexa? Sinceramente, y más allá de la respuesta de manual de ‘’hacen mucho por Campana’’, no lo sé. Tampoco sé qué entienden por ‘’mucho’’.


En líneas generales, Tenaris realiza donaciones al municipio y a distintas entidades locales en el marco de su programa de responsabilidad social empresaria (R.S.E.), algo que también hacen muchas empresas que, empero, no obtienen los beneficios que sí obtiene la siderúrgica. Luego, Tenaris da trabajo. Y en esta Argentina con el mercado de trabajo herido, con problemas crónicos de desempleo y salarios que, medidos en dólares, cada vez son menores, pareciera que a una empresa que da trabajo le debemos algo. Pleitesía, al menos. Pero la realidad es que ni los trabajadores ni mucho menos los vecinos de Campana le debemos nada a Tenaris: sus trabajadores perciben un salario cada vez más exiguo en términos reales por un trabajo poco saludable y muy exigente. Es decir: la empresa recibe una gran contraprestación por un salario modesto, por lo cual no hay ningún tributo que rendirle.


Además, las acciones de R.S.E. que realiza Tenaris en Campana son absolutamente diminutas en relación a los ‘’favores’’ que recibe de los gobiernos municipales: por ejemplo, en 2016 el intendente Abella envió al HCD un proyecto para eximir del pago de la tasa de Seguridad e Higiene a Tenaris (debido a la ‘’compleja situación de la firma’’), por un total de 20 millones de pesos. Según quien era el secretario de Hacienda en ese entonces, Miguel Ibarra, “A lo largo de varios meses se intentó buscar un acuerdo y lograr que la empresa pague (su deuda millonaria), pero no lo han querido hacer, se han negado sistemáticamente, planteando que no pueden afrontar el aumento que sufrió esta tasa durante este año”. Cabe decir también que, según afirmaron, la decisión de bajar los impuestos a Tenaris no fue una idea del intendente, sino que hubo un llamado de la Casa Rosada.


¿Y quién no recuerda cuando en 2012 el CEO de Tenaris, Paolo Rocca, se quejó públicamente porque “El costo de un obrero industrial en la Argentina es de 24 dólares por hora, contra 12 dólares en México y 9 dólares en Brasil’’ y cuando en 2016 dijo además que "Hay que convencer a los sindicatos para que no peleen por el sueldo de algunos, sino por el empleo de muchos", en lo que fue una súplica desesperada para poder bajarle el sueldo a los trabajadores?

Más cerca en el tiempo, tenemos el episodio acaecido apenas comenzó el aislamiento obligatorio por la pandemia de Covid. Tenaris, pese a la gran incertidumbre y preocupación social por el virus y a un decreto presidencial para frenar las actividades industriales, pataleó fuerte para poder seguir produciendo e incluso obtuvo apoyo del intendente Abella quien, a través de una nota, subrayó que la empresa “se encuentra exceptuada del cumplimiento del aislamiento social, preventivo y obligatorio” dispuesto por orden del poder ejecutivo nacional. Recordemos además que, durante el tiempo que duró la pandemia, la empresa llevó adelante suspensiones irregulares de trabajadores, y pidió ayuda el Estado Nacional para pagar salarios a través del programa A.T.P. Sí: la empresa multinacional liderada por el empresario más rico y poderoso del país pidió ayuda económica al gobierno peronista para pagar salarios. Luego, por supuesto, dio marcha atrás cuando supo que las empresas que accedieran al A.T.P. no iban a poder distribuir utilidades, recomprar acciones, operar en la compraventa de títulos en pesos y dólares, y no girar utilidades. Es decir, cuando supo que era más negocio no usar el ATP, lo descartó. Pero ¡qué dura hay que tener la cara!

Y mejor ni hablemos de la conexión de esta empresa con la dictadura. Campana es un campo minado de centros clandestinos de detención, y varios de ellos están íntimamente ligados a la empresa, como por ejemplo el ex Hotel Dálmine (un centro clave de logística y de diseño de las acciones en la denominada Área 400), el Club Dálmine y el Tiro Federal. Está harto probado que la empresa hizo buenas migas con los dictadores y sus secuaces, que puso sus instalaciones al servicio del régimen, que persiguieron y entregaron obreros por su militancia política, y que luego destruyeron por completo el Tiro Federal (donde aún hoy podrían encontrarse evidencias de ese infierno) pese a una orden judicial de no tocar nada allí.


La única forma que ha tenido la empresa para lavar su cara, limpiar su imagen, y ser hoy vista como una ‘’buena madrina’’ de la ciudad que ‘’siempre está para dar una mano’’ es escribiendo una nueva historia y barriendo debajo de la alfombra a la genuina. Para Tenaris, la dictadura no pasó, sus nexos con ella nunca existieron, y jamás le hablaron a la comunidad sobre el tema. Mucho menos pidieron perdón, o ayudaron a la justicia.


Y a esa nueva historia la escribieron y la escriben día a día pagándole a medios locales que gustan mucho del dinero fácil y poco de la historia, no tanto para publicar sus comunicados y gacetillas que a nadie interesan sino para callar todo lo relacionado a la historia que desean enterrar. También, por supuesto, tienen aquí y allá sus ‘’intelectuales orgánicos’’ de todas las áreas disciplinarias, que hacen su esfuerzo para dotar de una imagen amistosa a una empresa que históricamente fue enemiga del pueblo trabajador de Campana.

Ojalá pronto llegue una nueva era a Campana, una era de ‘’des-tenarización’’ que recupere a la ciudad para sus dueños genuinos que somos los campanenses, una era que enseñe a las nuevas generaciones sobre un pasado que no puede volver a repetirse, y una era en la que ni la historia ni el patrimonio cultural de la ciudad se encuentren tamizados o filtrados por ninguna empresa. ¿A quién no le gustaría que la Av. Rocca vuelva a ser llamada ‘’Av. De Los Trabajadores’’? ¿Qué campanense de bien no estaría de acuerdo en ponerle ‘’Parque Urbano Fausto Gavazzi’’ al que hoy se llama, inexplicablemente, ‘’Ing. Roberto Rocca’’? ¿Habrá algún nacido en esta ciudad que estuviera en contra de ver un monumento-memorial a ‘’La noche de los tubos’’ donde hoy está el adefesio que homenajea a Agustín Rocca?.


Es hora de recuperar a Campana para los campanenses.

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