Un destino educativo para los ex Talleres Ferroviarios
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Un destino educativo para los ex Talleres Ferroviarios

¿Qué mejor lugar para emplazarlo que el predio de los ex Talleres Ferroviarios? Qué mejor actividad para honrar el pasado glorioso de la empresa estatal por excelencia?


Desde su cierre definitivo en la presidencia de Menem, el predio de los viejos Talleres de Via y Obra de Campana espera un nuevo destino. La desventura de estar emplazado en el «lugar indicado» lo hacen presa constante de alocadas ideas proselitistas que por lo general, terminan con el ojo del mercado inmobiliario encima. (uno de los proyectos), (otro de los proyectos).

Talleres de Campana en su época de oro

Pero, ¿Qué se puede hacer en esa fracción de casi 5 hectáreas que honre el pasado dorado y simbólico de una de las dos empresas argentinas mas importantes de la historia? Inmediatamente se vienen a la cabeza palabras como progreso y soberanía, y conceptos como «lo federal» o «lo nacional» y «lo público». Mirando las discusiones que ya tuvimos en el pasado local y tomando como ejemplo lo que hicieron otras ciudades con los inmuebles ferroviarios obsoletos, podemos proyectar algunas ideas. Pueblos como Carlos Keen o Villarino regalaron a sus habitantes espacios culturales o museos. De hecho, nuestra querida nueva Estación ya amagó con cambiar de rubro alguna vez. Otras ciudades como Zarate, desarrollaron amplios espacios públicos. O la Estación de Cacheuta del ex Ferrocarril Trasandino, hoy reconvertida en un restaurant.


Hay otra alternativa: Un uso educativo, y tenemos un precedente al alcance de la mano que guarda cierta conexión con nuestro pasado ferroviario. Es que la ciudad santafecina de Rosario, una de las pioneras en darle destino educativo al inmobiliario ferroviario, recibió gran parte de las operaciones de nuestros talleres durante el proceso de desarme menemista, y muchos de los empleados campanenses debieron viajar rutinariamente a Santa Fe para cumplir sus jornadas laborales. Pero volvamos a la idea central: la historia comienza en 1949 con la nacionalización de los ferrocarriles y la posterior reorganización de los ramales en la zona de Rosario. Las operaciones de transporte de pasajeros se trasladan desde la Estación del ex ramal Rosario – Puerto Belgrano a la nueva Estación Central y así, el predio de la vieja Estación queda inactivo. El gobierno de la ciudad comienza gestiones ante el Estado Nacional para reclamar la posesión, y una vez obtenida, destina las instalaciones a la construcción de la actual Ciudad Universitaria o «La Siberia», como se la conoce coloquialmente entre sus habitantes.


Imaginemos por un momento seguir la alternativa rosarina y emplazar una especie de polo educativo o espacio común para prácticas educativas. Campana es una ciudad industrial que demanda mano de obra con estudios técnicos. De hecho, ya cuenta con 3 escuelas secundarias técnicas (dos públicas y una privada) y una Universidad Tecnológica. En este sentido, los viejos galpones se podrían convertir en grandes centros de capacitación técnica equipados con maquinarias para prácticas en metalmecánica y electromecánica, pero soñando un poco más, se podrían articular actividades con carreras de orientación ambiental y económicas para la investigación y aprovechamiento de la energía dinámica de nuestro río Paraná.

Vista del predio ferroviario (foto: Sandra Magnin)

También contamos con la Escuela de Arte y con la carrera de Comunicación Social. Se podría emplazar un centro de exposiciones, un escenario y hasta un estudio de TV y radio para realizar y difundir las prácticas y novedades del predio. Imaginemos también las carreras de Ciencias Sociales haciendo investigaciones sobre la población insular aprovechando la proximidad a las Islas, carreras de Logística, Ingeniería y Economía repensando nuestra posición estratégica en la llamada ruta del Mercosur, estudiantes de Turismo y Gestión Cultural pensando alternativas sustentables para nuestros atractivos geográficos. Todo esto y mucho más, conviviendo en un gran espacio, interactuando, compartiendo y complementando ideas.


El bajo de Campana se llenaría de vida y finalmente se derrumbaría la pared simbólica que separa a la costa del resto de la ciudad. Posiblemente no exista mejor destino para el predio ferroviario que la instalación de un Predio Municipal de Prácticas Educativas, un punto de encuentro para las academias locales, regionales y comunidad en general que promueva las sinergias y el encuentro de todos los actores. Quizás, apostar a la educación y a la formación de ciudadanos más preparados para afrontar los desafíos de estos tiempos, sea una de las mejores formas de transformar aquella mística ferroviaria en una nueva era de progreso y desarrollo argentino.

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