Represión para ‘’demostrar quién manda’’, y la identificación de un nuevo gran enemigo: el periodismo libre
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Represión para ‘’demostrar quién manda’’, y la identificación de un nuevo gran enemigo: el periodismo libre

Lo que viene pasando en relación a la represión policial ante cada una de las manifestaciones públicas contra las medidas del gobierno nacional de Javier Milei está por llegar a un límite, y entre todos debemos impedir que ese límite se cruce, porque estamos a las puertas de un nuevo 2001. Hemos llegado a una situación en la que, prácticamente, las fuerzas de seguridad reprimen a quienes se manifiestan por mero placer, como ‘’para despuntar el vicio’’, sin ningún tipo de mesura, control y legalidad. Pareciera como si reprimieran para ‘’demostrar quién manda’’. Claramente, están envalentonadas, sintiendo que han recuperado el protagonismo perdido desde el retorno de la democracia en 1983, y el gobierno nacional –que las necesita más que nadie y más que nunca- no puede más que estar chocho.

Un trabajador de prensa del SIPREBA, tratando de contrarrestar el efecto del gas pimienta usado por las fuerzas de seguridad para reprimir ayer en las afueras del Congreso de la Nación. Foto: TELAM.

Durante el tratamiento de la Ley Ómnibus en el Congreso, los orcos armados de Patricia Bullrich y de Jorge Macri no pararon de reprimir a todo lo que caminara. Y lo hicieron a cara descubierta, sin esconderse, sin avergonzarse, porque son conscientes de que una parte importante de la sociedad desea eso. Sí, no podemos seguir siendo hipócritas y autoengañarnos complacientemente: a nuestro alrededor tenemos vecinos, amigos, familiares, conocidos, compañeros de trabajo, en síntesis, ciudadanos comunes como nosotros, que desean eso, y que están dispuestos a defender esa represión, convencidos de que los problemas de Argentina pasan por ahí, por el ‘’desorden’’, por los ‘’que están al pedo y no trabajan’’, como dijo el diputado macrista Alejandro Finocchiaro –que, increíblemente, fue ministro ¡DE EDUCACIÓN!-, quien además aseguró que se trata de ‘’un grupo de diletantes que están empeñados en ser reprimidos’’ [FUENTE]. En resumen: es hora de aceptarlo: no solo Milei y Bullrich quieren reprimir la protesta social hasta exterminarla: también, tristemente, eso quiere gran parte de la población.


Así, en estas últimas jornadas vimos como los milicos aplicaron palo, gas y bala de goma a manifestantes, a militantes de izquierda, y a peronistas a mansalva, pero también hicieron especial foco en los encargados de llevar adelante el ejercicio de la prensa libre: los periodistas. No es casualidad. Los derechos a la libertad de expresión y a la información son dos pilares importantísimos de las democracias modernas, y de los más duros de derribar. Se trata de capítulos de ‘’la batalla cultural’’ (cadena de significantes que le encanta usar a los conservadores disfrazados de libertarios) que revisten una enorme dificultad, por lo complicado que sería convencer a la población que esos derechos no deberían existir.

Pero acá, por favor, tampoco nos mintamos: quieren eso. Quieren amedrentar a la prensa libre. Quieren demonizarla, mostrarla como un factor de desestabilización, y que el día de mañana los periodistas piensen dos veces antes de volver a ir a una manifestación a cubrir lo que pasa. Y quieren que el día de mañana la gente se torne contra ellos, por todos estos motivos.

El ataque conservador-libertario al periodismo es total: no perdamos de vista que el SEGUNDO ítem que tocó Luis ‘’Toto’’ Caputo -el inefable endeudador serial que destrozó Argentina en 2018 y que va por más- en aquel nefasto primer comunicado gubernamental realizado a mediados de diciembre de 2023 [ver], recién asumido el nuevo gobierno, fue avisar que no habría más pauta de orden nacional para los medios, algo que sirve para matar dos pájaros de un tiro: matar la prensa pequeña y mediana, independiente, atentando contra la pluralidad de voces; y concentrar aún más el poder en pocos medios, los pocos que lograrán sobrevivir en este nuevo contexto, los amigos...


En los alrededores del congreso le pegaron a un sinfín de periodistas. Los gasearon, les dieron con cachiporras, y los llenaron de balazos de goma. Tales son los casos de Romina Ianotti de Canal 9 e IP-noticias (gas pimienta); Bruno Gange, de Canal 9 (recibió 7 balazos de goma); Lorena Tapia, de la TV Pública (bala de goma); Rodrigo Abd, de la Agencia AP (fue golpeado y gaseado); Paula Ancuzo, de Zuma Press (golpeada); Nacho Petunchi, de Ámbito (dos balazos); Hernán Nucera, de C5N (5 balazos de goma y golpes); Celeste Alonso, independiente (rociada en los ojos con gas); Bernardino Ávila, emblemático fotógrafo de Página/12 (balazo de goma en una pierna); Leandro Teysseire, de Página/12 (gaseado), y muchísimos casos más.

Quien denunció más ataques policiales a la prensa, y que tuvo el enorme coraje de leer nombres y apellidos de periodistas reprimidos por las fuerzas policiales de Milei, Bullrich y Macri durante una de las conferencias de prensa del vocero presidencial Manuel Adorni, fue el periodista Fabián Waldman, de FM La Patriada. Waldman ya había sido protagonista de un insólito y repudiable ataque de Adorni –uno de los esbirros de Milei más envalentonados y enceguecidos con su flamante posición de poder, y que está empecinado en tensar la cuerda al máximo-, en una conferencia de prensa en la que el periodista le preguntó: "¿Cómo vería que el próximo gobierno que asuma tire todo por la borda y vuelva a implantar lo que actualmente tenemos y tanto tiempo nos costó conseguir?". Adorni le respondió en forma burlona, con otra pregunta, "Perdoname, ¿Qué vendría a ser lo que tanto tiempo les costó conseguir?", para luego emprender una respuesta que buscó ridiculizar y humillar al comunicador social [ver]. No conforme con esto, luego desde las cuentas oficiales del gobierno en las redes sociales subieron el fragmento del ida y vuelta entre Adorni y Waldman, con malintencionada edición, y con el claro objeto de humillar a este último en frente de la milicia interminable de trolls pagos de internet (y otros ad-honorem) que supo construirse el gobierno.


Ayer, Adorni y Waldman volvieron a verse las caras en una nueva conferencia de prensa. A su turno, el periodista comenzó a enumerar una gran cantidad –pero de ninguna manera una lista exhaustiva- de periodistas violentados flagrantemente en el ejercicio de su trabajo por las fuerzas de seguridad. El vocero presidencial no intentó ocultar ni siquiera mínimamente su fastidio, y quiso interrumpirlo varias veces, de forma despótica, y colocándose en una situación superior, asimétrica, de comunicación, exclamando ‘’la pregunta, por favor’’ a medida que Waldman sumaba nombres a la lista de reprimidos. Cuando finalizó, y aclarando que "podría seguir leyendo 20 personas más que fueron ayer heridas con balas de goma de la policía en una situación bastante desagradable", formuló la pregunta: “¿Quiere libertad de prensa este Gobierno para que se pueda transmitir lo que sucede como lo que pasó ayer en el Congreso?". La respuesta de Adorni fue ‘’Sí. Siguiente pregunta’’.


Esta nueva basureada de Adorni a un trabajador asalariado, a un comunicador cumpliendo una función de vital importancia social, no terminó acá: nuevamente, el funcionario decidió seguir la humillación del periodista en sus redes sociales a modo de meme, como diciendo ‘’vean lo capo que soy’’ y abriendo la puerta para que su tribuna de trolls escupa todo su veneno al periodista y lo vitoree a él. Y eso es exactamente lo que pasó.


Por supuesto, ante estos hechos ha habido repudios del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) [ver] y de otras entidades que, supuestamente, representan a los periodistas y velan por el pleno ejercicio de la libertad de expresión y la pluralidad de voces. Pero, como siempre, han sido tibios, y han sido utilizados como nafta por los militantes mileístas para exacerbar estos comportamientos denigrantes. Quiero decir: tanto el gobierno como su tribuna se deleitan con esta clase de comunicados, que solo repudian en el plano simbólico y nada concreto hacen, nada cambian ni intentan cambiar.


Desde mi humilde posición, quizás insignificante, como director de este medio, obviamente quiero repudiar tanto la brutal represión policial ejercida estos últimos días contra ‘’todo lo que se mueva’’ (periodistas, sí, pero también ciudadanos, estudiantes, militantes, e incluso jubilados) como las lamentables actitudes del vocero presidencial Manuel Adorni.


Pero, siendo consciente de lo estéril que es un repudio escrito ‘’per se’’, lo que quiero es generar consciencia sobre la necesidad que tenemos de revisar nuestras estrategias. Creer que gritando ‘’¡represión! ¡represión!’’ vamos a lograr algo, es estar de plano equivocados: no estamos más en 2010, donde la represión era, como debería ser, una mala palabra, un pecado mortal. Creer que asustamos a alguien denunciando la triste realidad de que la libertad de expresión está en riesgo es otro error: no solo ellos lo saben, sino que además quieren eso.


Para mí, la solución pasa por la organización. Agruparse, unirse, y volver a explicar desde cero, con paciencia y dedicación, todo el peligro que representan los gobiernos de este tipo (liberales, endeudadores, hambreadores, antidemocráticos, anti-pueblo, y profundamente violentos). ¿Dónde? En absolutamente todos lados: aquellos que somos docentes, pues en el aula. Pero también en las reuniones de amigos, en los sindicatos, en las sociedades de fomento, en los clubes de barrio, en el bar, es decir, en cualquier lugar donde se congregue gente y que sepamos que somos escuchados. Lamentablemente no hay una forma más rápida o directa, pero al menos tenemos una.


Y la madre de las acciones: no demostrar miedo. Salir a la calle, disputar el espacio público, recuperarlo para nosotros pues nos pertenece, por eso es ‘’público’’. Cuando nos digan ‘’no vayas, te pueden lastimar, mejor quedate’’, pues ignorar e ir. Lo que se llama ‘’poner el cuerpo’’.

En lo que respecta a Campana, creo que será difícil que los periodistas podamos unirnos de la manera en la que estoy proponiendo, pues no se ve que ni siquiera entre nosotros coincidamos en la importancia de tener una prensa libre, independiente, y en el contexto de coexistencia de múltiples voces. Los periodistas y los medios que están bien ‘’acomodados’’ económicamente por haber elegido el camino de abrazar al oficialismo rara vez se muestran preocupados por estas cuestiones. Y los que elegimos el otro camino, el de la independencia, tenemos ya suficientes problemas para sobrevivir y, encima, estamos divididos y desconectados. Pero, así y todo, debemos intentarlo.

Salir a la calle. Poner el cuerpo. Aceptar que dieron vuelta el partido de la ‘’batalla cultural’’ y que ahora remamos desde atrás. Pero seguros y confiados que micro-militando en todos lados, sin prisa pero sin pausa, podemos volver a poner el marcador a nuestro favor. No es una cuestión partidaria, sino de humanidad.

Al fin y al cabo, todo se reduce a estar mejor o a estar peor. Ahora, claramente, estamos mal. Pero no mucho tiempo atrás estuvimos bien. Y esta es una propuesta para volver a estar bien.

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