“Los primeros artículos sobre cinematografía en Caras y Caretas”, el nuevo libro de Leo Maldonado
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“Los primeros artículos sobre cinematografía en Caras y Caretas”, el nuevo libro de Leo Maldonado

En la que es su segunda producción bibliográfica sobre los orígenes de la crítica de cine en el país, el Lic. en Comunicación Social, cineasta y docente realiza un análisis exhaustivo y riguroso de los primeros escritos sobre cinematografía publicados por la revista Caras y Caretas. Conversamos con él para conocer todos los detalles del lanzamiento, y del arduo trabajo de investigación que requirió.

En ocasión de la reciente publicación del libro “Los primeros artículos sobre cinematografía en Caras y Caretas (1907-1915)”, editado por Tinta Libre, conversamos con su autor, Leonardo Maldonado.


CP: Este es tu segundo libro sobre los orígenes de la crítica de cine en el país. ¿Por qué te interesa estudiar cómo se gestó este género periodístico?


LM: Cuando ingresé a la carrera de Comunicación Social, a principios de los años 90, tenía la idea de que me dedicaría al periodismo cultural y a la crítica de cine. El cine me fascinó siempre, y de hecho estudié realización de modo paralelo. Intenté ingresar en algunos medios gráficos para poder llevar a cabo esa actividad, pero fue imposible. Tenías que tener “contactos” para ingresar a algún gran medio. En ese entonces no existía internet y no había revistas electrónicas de cine. De todos modos, empecé a sentir que no me interesaba cómo se estaba desarrollando la crítica en la prensa periódica. No la veía rigurosa, cada vez tenía menos espacio. No quería hacer eso. Cuando tuve que pensar un tema para la tesis, enseguida me interesé por conocer cómo habían sido esos primeros escritos. Ningún investigador había constituido al surgimiento de la crítica en el país como objeto de estudio.

CP: ¿Cómo fue ese primer trabajo de investigación?


LM: Al no tener ninguna referencia teórica anterior, fue partir de cero. Fue un trabajo muy arduo. Estuve sumergido en hemerotecas desde el 96 hasta el 99. En la Biblioteca Nacional, el material no estaba digitalizado. En la del Congreso, te daban media hora para consultar las máquinas que tenían los diarios del siglo diecinueve y principios del veinte microfilmados. Todas las anotaciones fueron a mano. A su vez, lamentablemente, había que lidiar con la falta de material. No todas las revistas populares que abordaban el cine ni las especializadas que se fueron creando en la década de 1910, como La Película o Imparcial Film, estaban completas. Faltaban números y muchas veces meses enteros.

CP: ¿Cómo podrías resumir ese surgimiento y la estructura de las primeras críticas en la prensa argentina?


LM: Cuando el cinematógrafo llega al país, en julio de 1896, diarios como La Nación y El Diario dan cuenta del evento. En general hay descripciones de las cintas, de la impresión de realidad y de los efectos que ocasionan en el público. No había todavía una sección dedicada al cinematógrafo, tendrían que pasar muchos años para ello. Algunos de esos primeros artículos son crónicas de determinados eventos, como próximos estrenos, o de mecanismos tecnológicos, y otros son críticas “primitivas”, como las llamo, dado que apenas presentan opiniones sobre el realismo o la iluminación. Pero pasada la novedad, la información sobre cine va desapareciendo. Esto se debe a que no se consideraba que el cine tuviera, como el ballet o la música, estatuto artístico. Por eso, para erigirse como género periodístico, pasan varios años. Y ahí es donde Caras y Caretas y las revistas especializadas ocupan un lugar central. Estamos entrando en la década del 10, donde de a poco las críticas van a ir encontrando su estructura.


CP: ¿Cómo son esas primeras críticas en Caras y Caretas?


LM: Hay distintas etapas. Lo primero que me llamó la atención es que la cobertura sobre los estrenos es bastante tardía. Hay una crónica aislada sobre el funcionamiento del cinematógrafo Pathé en 1907 y las primeras críticas son de fines de 1908, cuando se estrenan en el país los primeros film d’art. Pensá que la revista empezó a publicarse en 1898, era de interés general, tenía una tirada importante, lectores burgueses y populares. Lo que sí hay desde el principio es abundante publicidad sobre venta de proyectores y de cintas. Particularmente de la casa de fotografía Lepage, que en 1908 fue adquirida por uno de sus empleados, Max Glücksmann. Glücksmann fue un empresario poderoso, creó un monopolio en el Río de la Plata respecto de la distribución de películas. Tenía un contrato de exclusividad con Pathé. Además, rodaba noticieros. Y construyó varias salas de cine, entre ellas el Grand Splendid, que hoy es una librería. No parece casualidad que cuando trae los primeros film d’art, como El asesinato del duque de Guisa, aparecen las primeras críticas. Era un auspiciante histórico de la revista, cómo no iban a cubrir su apuesta comercial. Las primeras críticas que aparecen en la revista están ligadas a una maquinaria publicitaria. Por eso la exageración de los elogios.

CP: ¿Y esto cambia en algún momento en la revista?


LM: Sí, primero con las críticas que publica León de Aldecoa entre 1913 y 1915 y luego con las de Horacio Quiroga entre 1919 y 1920. Pero de distinto modo. De Aldecoa escribe expresamente que sólo se ocupa de los films que considera artísticos, bellos, interesantes. Entonces no hay reservas o juicios negativos. Al leer sus textos, se puede corroborar que vio las películas, no escribe a partir de folletería. Él expresa las sensaciones que la cinta la causa y valora el argumento, la fotografía y la actuación. Hay elogios, claro, pero son genuinos. No están dentro de ese mecanismo publicitario anterior, que fundamentalmente se expresó a lo largo de 1911. De todos modos, se acerca a Glücksmann y hay algunas crónicas que tienen sesgo publicitario, las últimas sobre todo. Pero era lógico que admirara las películas que traía Glücksmann: eran las cintas Pathé con las que supuestamente el cine se había convertido en arte. Él es el primer crítico que en la revista firma las críticas. A Quiroga lo dejo afuera de esta investigación porque lo tomé en la anterior. Lo que él hace es profesionalizar la crítica. El juzgamiento ya no es de tipo publicitario. Él califica a los films desde otro lugar: la estética, la industria. Piensa al cine en términos de lenguaje y califica negativamente a varias películas.


CP: Hiciste hincapié en 1911, ¿qué ocurrió con la crítica ese año?.

LM: Es bien interesante. Se crea la sección “Cinematografía”. Y allí se publican las críticas de los films que estrena Glücksmann en sus cines y en otros que abastece. Pero luego aparece otra sección, “En el cinema Esmeralda”, donde se alaban los estrenos que trae un competidor de Glücksmann, Julián Ajuria. Antes el cine Esmeralda era provisto de films por Glücksmann y ahora por Ajuria. Ocurre que se desató entre los empresarios una especie de guerra por la distribución y la exhibición de películas. Este tema de la distribución de films en la década del 10 lo trabaja muy bien la investigadora Diana Paladino. Y más tarde se agrega otra sección, el “Palace Theatre”, otro cine de Glücksmann. O sea que la revista pasó de ignorar al cine desde 1898 hasta 1908, después publica críticas aisladas en 1909, una sola en el 10 y ¡en 1911 tiene tres secciones! En cada sección se elogia al empresario que corresponde. Se habla de su buen gusto en la selección, por ejemplo, o de su audacia al traer en exclusiva tal film europeo. Por eso hablo en esta etapa de crítica-reclame escrita por críticos-publicistas.


CP: ¿Creés que en la actualidad hay rasgos publicitarios en las críticas?


LM: Siempre los hubo en distintos momentos históricos. Muchos relacionados con adelantos tecnológicos. Pienso en el sonido, el color, el 3D. Y otros también por las productoras, que sin duda presionan. Entre otros factores, por supuesto, esto fue erosionando el rol de la crítica. En 1980 se decía que ningún crítico argentino quería escribir sobre cine nacional, nadie quería complicar aún más la industria. Creo que lo que me preguntás se puede ver claramente hoy en día en las notas comerciales de las plataformas. En esas cuyo título es: “Los nuevos estrenos de Netflix en julio”. Y te encontrás con los resúmenes de los argumentos y con mucho adjetivo que pondera las producciones. Nadie firma esas notas.

CP: Por último, en el libro presentás un catálogo de unas 300 películas que fueron estrenadas en esa época.


LM: Sí. Fue un trabajo muy duro. Listo todas las películas que son criticadas o publicitadas en la revista desde su creación en 1898 hasta 1919, que es cuando empieza a escribir Horacio Quiroga. Fue cotejar nombres, fotogramas, buscar títulos en varios idiomas en catálogos online e impresos especializados. A algunas no las pude identificar. Si bien existen catálogos de films nacionales, como los realizados por Irene Marrone o el trabajo de Lucio Mafud, que es excelente, yo no vi alguno que diera cuenta de los estrenos que se producían en la ciudad de Buenos Aires en esta etapa. Las historiografías sostienen que la mayor parte de las películas que veían los porteños eran francesas. Es lógico dada la hegemonía de Pathé y de Gaumont en el mundo. Lo que hace mi catálogo es probar ese hecho título por título.

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