La bajada de los cuadros: más que un gesto simbólico (por Germán Jendrulek)
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La bajada de los cuadros: más que un gesto simbólico (por Germán Jendrulek)

A 43 años del golpe institucional que dio inicio al capítulo más oscuro y sangriento de nuestra historia como país, y con el objetivo de aportar a la construcción y reconstrucción de la Memoria, Código Plural contactó a distintas personas que, por distintas razones, son portadoras de voces que merecen ser oídas, en especial en esta fecha tan sensible. Una de ellas es la de Germán Jendrulek, Licenciado en Ciencia Política, militante peronista, y uno de los dirigentes jóvenes de mayor proyección de nuestra ciudad. A pedido de nuestra redacción su columna trata sobre uno de los momentos más fuertes y emotivos luego del retorno a la democracia: la bajada de los cuadros de los dictadores Videla y Bignone, el 24 de marzo de 2004. ordenada por el presidente Nestor Kirchner.

Se cumplen hoy 43 años del golpe de Estado que dio inicio al Proceso de Reorganización Nacional, el capítulo más oscuro y sangriento de nuestra historia como país. Una junta militar integrada por los comandantes de las tres Fuerzas Armadas Argentinas, con participación clave y necesaria de sectores empresarios y civiles, tomó el poder por la fuerza como parte del famoso Plan Cóndor, que buscó instalar en la región regímenes neoliberales.


Tras el retorno de la democracia en 1983, y con un dramático saldo de 30.000 desaparecidos, y la devastación económica y productiva del país, Argentina lucha para que el grito de #NuncaMás sea ensordecedor. Para que la Memoria, la Verdad y la Justicia prevalezcan. Porque, por más esfuerzos que hagan por ocultar o tergiversar la historia los grupos de poder, los medios masivos, y los grandes sectores empresarios que aun no han pagado por sus crímenes, fue un genocidio. Porque fueron 30000.


Con el objetivo de aportar a la construcción y reconstrucción de la Memoria, Código Plural contactó a distintas personas que, por distintas razones, son portadoras de voces que merecen ser oídas, en especial en esta fecha tan sensible.


Germán Jendrulek es Licenciado en Ciencia Política, militante peronista, y uno de los dirigentes jóvenes de mayor proyección de nuestra ciudad. A pedido de nuestra redacción su columna trata sobre uno de los momentos más fuertes y emotivos luego del retorno de la democracia: la bajada de los cuadros de los dictadores Videla y Bignone, el 24 de marzo de 2004. ordenada por el presidente Nestor Kirchner.

 

Cuando el 24 de marzo de 2004, a poquito más de dos meses de cumplir su primer año de mandato, el presidente Néstor Kirchner ordenó al por entonces jefe del Estado Mayor del Ejército, general Roberto Bendini: “proceda”, se descolgaban en un hito histórico los cuadros de la vergüenza nacional. Los genocidas Jorge Videla y Reynaldo Bignone dejaban de adornar la escenografía conmemorativa del Colegio Militar.

Tras el hecho simbólico de alto impacto (luego acompañado por otros del mismo calibre, como por ejemplo la recuperación de la nefasta Escuela de Mecánica de la Armada que funcionara como el mayor centro clandestino de detención porteño para convertirla en el Museo de la Memoria), se visualizaba la vocación de Néstor por instalar a los derechos humanos como una de las grandes cuentas pendientes en la Argentina de derecho. Finalmente, el simbolismo daría paso al activismo con la declaración de inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, inaugurando la política de Memoria, Verdad y Justicia que ha convertido a la Argentina en un país modelo en el mundo en materia de reivindicación de derechos individuales, sociales y políticos pero fundamentalmente en ejemplo de que para vivir en un estado de derecho pleno los crímenes de lesa humanidad deben ser juzgados y los responsables condenados a cumplir su pena.


La memoria es una llama viva que debe iluminar el pasado para visualizar errores y, proyectando ese reflejo hacia el futuro, atendiendo los valores positivos como la solidaridad y el amor, contribuir con nuestros jóvenes en la construcción de una sociedad mejor, con lazos ciudadanos. La memoria también es uno de los componentes que forjan la conciencia social y política de un pueblo, porque nos obliga a hacer historia crítica. La mirada del pasado a través de las herramientas conceptuales que nos brindan las ciencias relacionadas con la historia es el motor de la formación de una conciencia social que, a su vez, interpelada por el sentir nacional, se convertirá en la conciencia política de los millones de sujetos que formamos el campo popular y deseamos que la nación argentina abandone definitivamente el tutelaje colonial de las culturas extranjeras, tal como señalara el General Perón a mediados del siglo pasado.

En esa línea de argumentación, la potencia de la política de derechos humanos desplegada por Néstor Kirchner no está disociada del plan integral de gobierno, que apuntó a recuperar el sendero de crecimiento económico, desendeudamiento, fomento de la producción nacional y fortalecimiento de la industria, proyecto que había sido abandonado a mediados de 1975 y que diera pie a la instauración de un modelo de exclusión, endeudamiento y hambre que desembocó en la crisis económica y social más grande de la historia argentina en 2001.


Hoy, en vísperas de un nuevo aniversario del golpe institucional genocida de 1976, los argentinos somos testigos de una nueva revancha oligárquica, pero esta vez en el marco de un régimen democrático. El plan económico desarrollado por José Martínez de Hoz necesitó de la disciplina política a través del terror, matando y desapareciendo a nuestros hermanos y hermanas, cuya memoria estamos honrando en estos días. El revanchismo ostentado por las élites económicas en connivencia (y asociación) con el poder político se verifica en cualquiera de las estadísticas económicas consultadas, citando solamente una para ejemplificarlo: el salario real de los trabajadores disminuyó en el año 1976 un 32.7%, cifra espeluznante si se piensa en el nivel de vida que sostenían todos los argentinos con Perón en 1973.



Asistimos a un nuevo episodio de la revancha oligárquica. En tres años de gobierno democrático el presidente Macri, miembro fundador y estable de aquella élite de los setenta, y sus secuaces, todos representantes del poder concentrado y proveedores de los nuevos y sofisticados mecanismos con que se oprime al pueblo argentino, han socavado las bases de la Argentina pujante en tiempo récord. Destrucción del aparato productivo, aumento sostenido de las tarifas, endeudamiento externo para fugar los capitales obtenidos y reducción del gasto público en todos los sectores más desprotegidos siendo el gran ejemplo los jubilados, han entregado un panorama desolador: más de 35% de compatriotas viviendo por debajo de la línea de la pobreza.


Este momento requiere de la entrada en acción de todas y cada una de las flores que plantara Néstor Kirchner. Los representantes de la nueva generación política tenemos la obligación de evocar la épica de aquél patriota que bajara los cuadros en 2004 y con el máximo esfuerzo y compromiso recuperar la nación para todos los argentinos y argentinas.


 

Germán Jendrulek

Licenciado en Ciencia Política

Militante peronista

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