El despido del patrón
- Código Plural

- 21 ago 2019
- 2 Min. de lectura
(por Natalia Salaberry, Lic. en Economía, Facultad de Ciencias Económicas (F.C.E.) - Universidad de Buenos (U.B.A.). Auxiliar docente universitaria en F.C.E.)

Desde el advenimiento de la democracia en el año 1983 que en la República Argentina no se ha visto un resultado tan contundente de un proceso electoral. Quizás, a poco más de una semana del 11 de agosto de 2019, esto no resulte una novedad.
Sin duda, la situación económica y social del país, principalmente desde los últimos dos años, han llevado a la población a poner un límite a quienes dirigen las arcas de la nación. Límite que demuestra quién tiene el verdadero poder en una sociedad.
Lo más importante de un sistema democrático es la libertad para poder elegir. Libertad que estuvo suspendida durante una dura dictadura como la que sufrió la República Argentina desde el año 1976 hasta 1983. Muchos de quienes hoy tienen menos de 36 años, tuvieron la fortuna de no atravesar por tal circunstancia, pero la gran mayoría de aquellos que debieron vivir tal proceso pueden reivindicar lo que significa la libertad de poder elegir.
Es por ello por lo que, como sociedad, debemos exigir respeto por un sistema que garantiza la libertad de expresión. Si bien algunos podrán decir que es equivocada tu decisión por diferentes razones o pensamientos, o que verdaderamente tu elección no haya resultado como pensabas podría ser, nunca se debe permitir que no se respete tu derecho y garantía de poder elegir.
El actual presidente de Argentina no realizó un ejercicio de poder político, sino que, por su procedencia, ejerció un poder de gestión. Los fallidos discursos, los errores políticos, las malas decisiones económicas, en definitiva, la mala praxis del ejercicio político, muestran a un dirigente que no es representativo de un poder político sino más bien un gestionador de una corporación. Entonces lo ubica en un rol de patrón y no de representante de un pueblo.
Dados los resultados del último proceso electoral, se puso de manifiesto que la oportunidad de decidir tiene un poder tal que brinda la posibilidad de repensar una decisión. Es entonces como el electorado, bajo un sistema democrático, es quien finalmente tiene el poder sobre el patrón. A tal punto que puede despedirlo de su cargo quitándole cualquier poder que pudiera tener.
En la actualidad, la sociedad argentina sin armas ni violencia determinó que ya no quiere un patrón ejerciendo la representación de sus intereses sino un dirigente que ejerza el rol de funcionario político, con las responsabilidades y obligaciones que la investidura implica. Una vez más, ha sido el sistema democrático el que le devuelve al pueblo de una nación su verdadero poder de decisión.
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