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La educación en una economía adversa (por Natalia Salaberry, Lic. en Economía U.B.A.)

Actualizado: 10 sept 2018

por Natalia Salaberry Lic. en Economía, Facultad de Ciencias Económicas (F.C.E.) - Universidad de Buenos (U.B.A.). Auxiliar docente universitaria en F.C.E.

Es común que el objetivo de acceder a la universidad para estudiar una carrera de grado sea para acceder a un “mejor trabajo” o “mejor puesto” o “mejor salario” o las tres opciones en conjunto. Y en cierto punto tiene una cuota de realidad. El acceso a puestos jerárquicos o trabajos de mayor calificación (y en consecuencia de mayor salario) suelen conseguirse con mayor facilidad si se cuenta con un título universitario.


También es cierto que la educación como medio de adquirir conocimiento permite en definitiva la generación de bienes (productos y servicios) con mayor valor agregado. Ese valor agregado que permite a un país en su conjunto romper las barreras del desarrollo, es decir, pasar a ser un país desarrollado (llegar a ser como esos conocidos países que conforman el primer mundo).


Pero que significa la generación de valor agregado. El valor agregado de un bien es todo valor adicional que genera un proceso productivo. Un ejemplo clásico lo constituye la Harina. EL maíz es el bien básico, que a través de un proceso productivo es transformado en harina. Entonces un proceso productivo no es otra cosa que un proceso de transformación. Transformación que no solo requiere de tecnología sino de conocimiento para llevarla a cabo.


Este nuevo producto, es posible intercambiarlo en el mercado a nivel local o entre países a un mayor valor monetario, permitiendo así la generación de mayores ingresos que luego se trasladan a mejor pago de salarios en la cadena productiva.


Ahora bien, el anhelado desarrollo requiere de un contexto macroeconómico orientado a la búsqueda de este. En el aspecto macroeconómico, hago referencia a la necesidad de que existan políticas económicas y sociales orientadas hacia este objetivo. En definitiva, demanda la necesidad de un modelo económico orientado al desarrollo productivo, con el cual no contamos hoy en Argentina. Hay muchos factores económicos que se deben tener en cuenta en este aspecto y quizás requieran de varios tecnicismos. No obstante, no se debe quedar atrapado en algunas frases del tipo “hoy tenemos un dólar muy competitivo” y la pregunta que surge de inmediato es competitivo para quien y para que. Lo que si podemos observar a diario, es que no es competitivo para el trabajador, cuando con competitivo se hace alusión a contar con una ventaja frente a otros o algo. En tanto trabajadores, vivimos a diario el impacto que está teniendo la devaluación desmedida del dólar cuando vamos a comprar alimentos, a subirnos a un medio de transporte entre otros. Está claro que la supuesta competitividad del dólar no se refleja en la calidad de vida del trabajador. Y así podría citar muchos más ejemplos, que con solo detenerse a pensar unos segundos los podrá encontrar por sí mismo.


La situación adversa que se vive hoy en día no debe hacer que dejemos de aprender, ya no solo para adquirir un título universitario por los objetivos mencionados al comienzo, sino para desarrollar nuestra capacidad de comprensión, y que de esa manera no le sean impuestos frases hechas como verdades absolutas. Aprender permite desarrollarse individualmente, permite superarse, permite elegir con fundamento, pero sobre todo permite decidir con libertad y conciencia. No se trata de adquirir una verdad única, ni un pensamiento único, se trata de conocer para poder decidir y elegir. De aquí, y por lo antes mencionado, la importancia de continuar defendiendo la educación pública libre y gratuita, en todos los niveles y para toda la sociedad argentina.


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