Una oportunidad para revalidar el "Nunca Más"
Actualizado: 6 may
Recientemente me invitaron a adherir a una declaración pública [ver más] contra Javier Milei de cara al ballotage. Más allá de que coincidía en la mayor parte de su contenido, hubo alguna que otra cosa allí dicha con la que no estaba de acuerdo, por lo que preferí no firmarla. Pero me quedé con algo atragantado, algo que sentí que no me lo podía guardar, que debía expresarlo.
Las ideas liberales de Milei son válidas. Yo nunca voté liberales, nunca lo haré, y no puedo dejar de preguntarme cómo un ciudadano argentino puede hacerlo, pues cada vez que estos tuvieron las riendas de la conducción económica del país lo rompieron en mil pedazos. Se trata de ideas que no son en absoluto nuevas, y que por más que cambien las etiquetas (liberalismo, neoliberalismo, libertarismo, minarquismo, etc) y las caras (Martínez de Hoz, Alsogaray, Cavallo, ahora Milei) se reducen siempre a lo mismo: ajustar a las masas, flexibilizar el mercado laboral, rifar el patrimonio del Estado, y librar el mercado a su ‘’libre juego’’ (porque el mercado, siendo libre, siempre beneficia a la minoría ya poderosa). Todo este ideario fue sintetizado y promovido a comienzos de los ’90 por el Consenso de Washington, que fue basicamente un paquete de recomendaciones que dieron distintas instituciones de la capital norteamericana –entre ellas el Fondo Monetario Internacional- a los países emergentes, con el objetivo de sumirlos en la dependencia.
Quiero decir: no comulgo con ninguna de estas ideas, y mucho menos después de haber visto con mis propios ojos el daño que han causado a Argentina en particular y a la región en general.
Pero que no compre estas ideas no significa que no sean válidas, y de hecho está muy bien que ellas sean una opción en la oferta electoral. De eso se trata la democracia: ideas distintas se someten a una elección, y la decisión del pueblo será la que prevalezca (‘’vox populi, vox Dei’’). Será la gente la que decida en las urnas si quiere ese modelo de país inequitativo, excluyente, y violento, o prefiere mejorar el que tenemos, que es falible y perfectible, pero que en su esencia persigue la igualdad de oportunidades, la redistribución del ingreso, la consolidación y la universalización de los derechos básicos e inalienables, y la conquista de otros nuevos.
O sea: el problema con Milei no son sus ideas liberales. El problema con Milei pasa por otro lado, y tiene que ver con la posibilidad concreta de regresar al peor de nuestros pasados, al más oscuro de todos, a ese que experimentamos tantas veces en nuestro país, pero que claramente mostró su peor versión entre 1976 y 1983. Un pasado en el que se eliminó la vox populi y se suprimió la democracia, para disciplinar a una población completa y así poder insertar por la fuerza las ideas liberales que acabo de describir.
Lo que debe preocuparnos, y lo que de ninguna manera podemos tolerar, es que se instale en nuestro país un discurso negacionista de los horrorosos crímenes perpetrados contra nuestra población entre 1976 y 1983 por el autodenominado Proceso De Reorganización Nacional, que incluyeron desapariciones forzadas, vejaciones, robos de bebés, torturas, "vuelos de la muerte" [ver más], asesinatos, y muchos otros. En yuxtaposición se encuentra la reciente revitalización de la ''Teoría de los dos demonios'', que pretende instalar la idea falaz de que durante esos años hubo ''una guerra'' con dos ''bandos'' simétricos pero antagónicos, pese a que de un lado se encontraba un grupo armado minúsculo y del otro un Estado usurpado y totalitario con un plan sistematizado de eliminación de la disidencia, que incluyó la instalación de más de 800 Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio a lo largo y a lo ancho de todo el territorio nacional [ver más].
Ceder ante esta peligrosa embestida constituiría un enorme retroceso en nuestra historia democrática, un retroceso que después de tanta sangre y de tantas lágrimas derramadas no podemos permitir. Es la democracia lo que está en peligro. Y yo, como comunicador social y docente, pero también por el mero hecho de ser un ciudadano argentino, no puedo, en este momento histórico, elegir el silencio. Me resultaría imperdonable. Simplemente no podemos quedarnos callados, pasivos e inmóviles ante esta enorme amenaza.
El componente negacionista en la propuesta de La Libertad Avanza no es secundario: es uno de sus principales pilares. Esto quedó claro en el debate de candidatos, cuando Milei sacó el tema de motu proprio, sin que nadie le pregunte, y aseguró que lo que hubo en los ’70 fue ‘’una guerra’’ en la que hubo ‘’excesos’’, y remató diciendo que los desaparecidos fueron 8753 y no 30000. Si algo similar hubiera sucedido en Alemania respecto del holocausto, probablemente el emisor del mensaje hubiera sido detenido por la Policía en ese mismo instante. Además, la elección de Victoria Villarruel como compañera de fórmula, una mujer que no tiene absolutamente nada para ofrecer al país aparte de su discurso negacionista y odiante, y que es amiga y defensora declarada de los genocidas (de los que ya murieron y de los que quedan aún en pie), es prueba inequívoca de que este espacio se cimenta casi por completo en esta cuestión.
Pero hay algo más: Milei y Villarruel –sobre todo esta última, a quien considero de infinita mayor peligrosidad para la salud democrática de Argentina- no aspiran a navegar estas aguas negacionistas meramente en el plano simbólico. No es solo una reivindicación: aspiran a liberar genocidas, a poner a las FF.AA. en las calles, a destruir el paradigma actual en torno a los Derechos Humanos e instalar uno nuevo, a revisionar la historia de modo de implantar la idea de que Videla, Massera y demás genocidas fueron grandes patriotas que defendieron heroicamente al país del terrorismo marxista.
Así es que, hace unos días, volvió a aparecer Cecilia Pando en los medios. ¿A que no adivinan a quién va a votar Pando en el ballotage? Sí, ya sé, que no pregunte tonterías… Lo cierto es que el regreso de Pando marca inexorablemente que hay actualmente una atmósfera propicia para el discurso negacionista, que los militantes y los nostálgicos de la dictadura se encuentran envalentonados, y que creen fehacientemente que el momento de la revancha ha llegado. ¿Y qué mayor prueba hay de la amenaza que representa Villarruel que el hecho de que la propia Pando la tenga como referente, pese a que la primera es considerablemente menor que la segunda (48 años contra 56)?
¿Y qué dijo Pando? Pidió "una solución" para los detenidos por delitos de lesa humanidad, porque, según entiende, va a ganar Milei, que va a verse obligado a tomar medidas ‘’no gratas’’ para la población (¿hay de otro tipo, para los liberales?), que traerán conflicto social y llevarán a la gente a las calles, y que esto va a requerir “la participación de las fuerzas de seguridad y fuerzas armadas para restablecer el orden". ¿Se ve? El plano simbólico queda por completo excedido: esta gente quiere concretar una nueva era de Falcons verdes.
Entonces, no hay mayor razón para no votar a Milei y a Villarruel en este ballotage que se aproxima que esta: que ellos expresan ideas contrarias a la cultura democrática de nuestro pueblo, ideas que nos conectan con un pasado oscuro, que creíamos haber sepultado para siempre tras mucho esfuerzo militante, pero que hoy -debemos con dolor admitir- lograron permear en ciudadanos argentinos de todas las edades y clases sociales. El tiempo de preguntarnos qué hicimos mal como sociedad para haber permitido que esto suceda tiene que llegar pronto. Pero, ahora mismo, la urgencia es que la herida no se agrande.
Ahora mismo, la única opción posible a tal fin es votar a Sergio Massa. En lo que a mí respecta, no lo voté en las PASO (voté a Juan Grabois), y ni por asomo es el candidato que soñé votar para la conducción política de Argentina de los próximos cuatro años. El presente económico del país es pésimo –en parte por su responsabilidad-, y estoy repleto de dudas, temores y cuestionamientos para hacerle.
Aun así, lo que propongo es votar a Massa. Y, si gana, comprometernos a seguirlo de cerca, a exigirle soluciones a los múltiples y graves problemas que nos aquejan a los argentinos, y a levantar la voz cada vez que dé un paso en falso o tome decisiones en contra de las mayorías. No podemos ser necios, ni tampoco fanáticos: el país no está bien, y el gobierno que está terminando su mandato claramente fue un fracaso y una desilusión.
Sin embargo, ante un escenario de ballotage como el que se aproxima, no tendríamos que tener nada que pensar. Es lógico que no estemos de acuerdo con volver a las épocas de la estafa de las AFJP, del saqueo del Estado, del ‘’sálvese quien pueda’’ generalizado, y mucho menos en inaugurar una era de venta de órganos, de legalización de armas, de demolición del BCRA, de privatización de la educación, de la salud, e incluso de dolarización sin dólares. Pero lo que debe definir nuestro voto es el rechazo absoluto al ataque a nuestra democracia. La figurita de Massa podría intercambiarse: si allí estuviera Bregman, pediría a mis vecinos que voten a Bregman. Si al ballotage hubiera llegado Schiaretti o Rodriguez Larreta, a este texto solo habría que cambiarle apellido por apellido.
Pero hay otra cosa: no podemos perder de vista el hecho de que apenas se le complicó la elección, Milei no dudó un segundo en esconder bajo la alfombra todo su ideario, y aliarse a la ‘’casta política’’ más rancia –léase Mauricio Macri y Patricia Bullrich-, lo que hace tambalear quizás la única cosa que creíamos admirable de Milei: que, equivocado o no, delirante o no, no negociaba sus ideales.
Pues bien: nos equivocamos. ¿Qué dirá el votante ‘’ultra’’ de Milei, que un tiempo atrás se golpeaba el pecho por ‘’dejar ir’’ a José Luis Espert ‘’por aliarse a Juntos’’, y que hoy ve al ‘’León’’ haciendo lo mismo? ¿Qué dirá el militante que lucía orgulloso la remera amarilla con la serpiente y el ‘’Don’t Tread On Me’’ viendo que ahora su principal referente político dice que no va a tocar ni los planes sociales ni la educación ni la salud pública, que se desdijo de todas las barbaridades que expresó contra nuestro Papa Francisco, para ver si así rescata algún voto? El tiempo lo dirá. El 20 de noviembre lo sabremos.
Por todo lo expuesto es que creo que los ciudadanos de Campana y de Argentina debemos apoyar en el ballotage a la fórmula de Sergio Massa y Agustín Rossi. Considero que en este particular momento histórico votar a Massa constituye una reválida del ‘’Nunca Más’’. Esto ya no es ‘’peronistas contra gorilas’’, esto ya no es ‘’liberales contra keynesianos’’, no es en absoluto una cuestión partidaria o de simpatías políticas. Porque lo que está en juego es mucho más que eso: lo que está en juego es nuestra democracia.
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