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Foto del escritorCódigo Plural

¿Por qué negamos nuestra identidad? (por Clivia Ricle)

Vivimos en un mundo donde se controla la cultura, la historia, y se manipula la identidad. Si el pasado se altera o se borra difícilmente será memoria, y si no se lo recuerda, si no nos lo apropiamos, puede llegar a desaparecer.

Por suerte, generación tras generación una Nación se encargó de proteger su historia y mantener viva la llama, a pesar de los tempestuosos vientos que soplaron en más de quinientos años.


Un día, en las costas latinas desembarcaron los primeros colonizadores, o mejor dicho, los usurpadores, asesinos y violadores. A su paso iban dejando un rastro de muerte, sometiendo a todos los pueblos que se plantaban ante la corona y la cruz. Para los usurpadores era fácil desmembrar los pueblos que tenían cierta verticalidad, pero al llegar al Sur del continente se encontraron con un pueblo que no pudieron doblegar. Llegaron al Wallmapu donde la cabeza no era visible debido a los cientos de lof-che (organización comunitaria de vida mapuche) los cuales al tener autonomía propia dejaron descolocados a los invasores.

Por órdenes de la Corona española y con apoyo de la Iglesia que quería “salvar las almas de los salvajes” -creyendo superior su forma de concebir la espiritualidad que la de los mapuches-, se desató la muerte sobre este pueblo. El objetivo era llenar las arcas reales mediante el saqueo, e incorporar los territorios del sur. Desde entonces no solo se desató la muerte, sino que también empezaron a gestarse una y mil formas para borrar a los mapuches de nuestra memoria.


La nación mapuche se extiende a ambos lados de la cordillera, desde las costas del Pacífico hasta las costas del Atlántico, desde los frondosos bosques de Los Andes hasta las llanuras de Buenos Aires, desde los desiertos hasta las salinas y lagos. Pero esto no lo enseñan los libros de historia de la secundaria ya que una de las mentiras que nos enseñaron y acuñaron durante siglos en nuestra memoria fue que “los mapuches vinieron de Chile”. Y ésta no es una inocente falacia, sino que tiene una intención bastante clara la cual es negarle el carácter de originario al pueblo mapuche en la Argentina. Porque éste se desarrolló como pueblo a un lado y al otro de la cordillera antes de la llegada del invasor europeo, y quedaron divididos por las líneas imaginarias que años más tarde trazaron los Estados de Argentina y de Chile.

Otra mentira que se suele difundir es que los indígenas habían “aceptado” la dominación, ya que una profecía les decía que así debía ser su futuro, negando de esta forma las luchas de resistencias de todos los pueblos originarios de América Latina y sobre todo negando la vigorosa lucha del pueblo mapuche, cuya historia de resistencia se extiende en una primera parte desde 1536 hasta el 1885 con el fin de la mal llamada “Conquista del Desierto”. Porque no conquistaron ningún desierto: masacraron un pueblo entero y a los prisioneros los mandaron como esclavos a Tucumán a pesar de que la esclavitud había sido abolida en 1813.


La segunda parte de resistencia se extiende hasta nuestros días, donde deben resistir el saqueo de tierras por parte de empresarios como Benetton con ayuda del Estado argentino que mira para otro lado mientras cientos de mapuches son desaparecidos, torturados y asesinados.


El genocida Julio Argentino Roca posee un monumento de 14 metros de altura entre las calles Perú y Adolfo Alsina del barrio de Monserrat en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En cambio, de la gran nación mapuche tenemos que escarbar y esquivar desinformación para encontrarnos con su historia; tenemos sus banderas que se siguen alzando desde las montañas hasta en Plaza de Mayo desafiando al Estado usurpador y sus relatos que gritan esperando ser oídos para no caer en el olvido.

¿Por qué se homenajea la figura de un genocida y esclavista pero no el ejemplo de resistencia mapuche? ¿Será que la Argentina no quiere reconocer su carácter de Estado usurpador? ¿Será que a muchas personas les incomoda reconocer que Argentina tiene una raíz aborigen? ¿Será que reconocer esta raíz choca con sus aspiraciones eurocentristas? ¿Será que, desde las influencias de la Corona, pasando por los poderes elitistas argentinos, la iglesia y los actuales empresarios, que se disputan las tierras del sur cual, si fuera un cacho de carne entre perros, han torcido adrede la historia para que olvidemos nuestros orígenes? ¿Por qué a no todas las personas se les da por escuchar estos gritos de verdad? ¿Será que a la gran mayoría de la Argentina le gusta el silencio y la sumisión en lugar de la lucha? ¿Por qué el ciudadano promedio durante el 2017 demostró más apoyo por el empresario extranjero Benetton que por los pueblos originarios?


El pueblo mapuche vive y resiste y, ya sea desde un sticker en un colectivo, o una pegatina en la vereda, o un artículo en algún medio, seguiremos reivindicándolo.

 

Clivia Ricle

Docente. Anarquista.

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