Educación sexual integral, una deuda con los jóvenes.
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Educación sexual integral, una deuda con los jóvenes.

Actualizado: 15 ago 2018

Durante las jornadas de debate en el Congreso de la Nación y en las calles por la Ley de la Interrupción Voluntarias del Embarazo, un solo punto era mencionado desde los "dos lados" la necesidad de la Educación Sexual para que todos puedan tener la información sobre cómo y porqué cuidarse.

Vivimos en la era de la sobreinformación pero los temas sobre sexualidad aún siguen siendo tabú en las casas y poco exactos en internet, para llenar este vacío de conocimientos en los niños y adolescentes está la ley de educación sexual integral que debe dictarse a lo largo del recorrido educativo. Pero aún continúa sin aplicarse de forma correcta y es uno de los déficits de la educación.


En octubre de 2006 fue sancionada la ley 26.150 con el fin de garantizar a nivel nacional el derecho a recibir educación sexual integral desde nivel inicial hasta secundario. La misma, debía aplicarse de forma gradual y progresiva, pero a 12 años de su sanción no sólo no se consiguió su total aplicación en el país, sino que también sigue siendo fuertemente cuestionada por los diversos sectores conservadores e importantes instituciones como la Iglesia.


El Senado sancionó casi con mayoría absoluta la Ley Nacional de Educación Sexual Integral y en la Cámara de Diputados sucedió algo muy similar, contó con el apoyo del Congreso completo, pero para que eso suceda, previamente se le añadió al proyecto la condición de que el Programa de Aprendizaje aplicado tuviera la aprobación de la comunidad educativa. Esto hace que el marco teórico utilizado varíe según las disposiciones que consideren pertinentes en cada lugar y que, por ello, no pueda aplicarse de igual forma en todo el país, esto es una de las causantes de que la ley nunca pudiera implementarse plenamente de forma equitativa. La fuerte negación de la Iglesia es otra de las causas, quizás la más importante, para que la educación sexual no se pueda enseñar libremente en las escuelas, porque pese a que la enseñanza pública en la Argentina es laica, la cúpula eclesiástica siempre ocupa un lugar fundamental en la toma de decisiones de la sociedad.


El Programa de Enseñanza que se aplica es bastante superfluo, contiene explicaciones simples sobre el cuerpo humano o la sexualidad, centrando la educación sexual integral en las relaciones sexuales y la genitalidad omitiendo que existen aspectos que la interpelan como las realidades sociales, culturales y económicas o el factor psicológico de cada ser humano. En total contraposición con el artículo 1° de la ley en donde se establece: “entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”, esto muestra que en la práctica el Programa debió sufrir serias modificaciones para ser aprobado por la comunidad educativa.



Dentro de la ley se contemplan aprendizajes referidos al aparato reproductor, la orientación sexual, las relaciones sexuales, la planificación familiar, el uso de anticonceptivos, la fertilidad/infertilidad, la reproducción y no reproducción, los derechos sexuales y reproductivos y (no) reproductivos; los estudios de género y diversos aspectos propios de la sexualidad humana, con el objetivo de alcanzar una sexualidad placentera, saludable y responsable, pero en el concreto de la aplicación la mayoría de estos temas no forman parte del marco teórico enseñado.


Al momento de su sanción, la ley fue vanguardista a nivel legislativo en el ámbito educativo Latinoamericano, pero tiene un planteo un tanto selectivo que genera una brecha discriminatoria, ya que solo entiende a la sexualidad según aspectos biológicos y genitales estableciendo la distinción entre hombres y mujeres excluyendo el colectivo trans y reproduciendo la heterosexualidad normativa obligatoria, aun después de que se haya dictado la ley de identidad de género nunca fue modificado ese aspecto.



Otro de los puntos encarecidos de la ley es respecto a los derechos sexuales y reproductivos dado que no tiene lugar en el marco pedagógico información real y variada sobre el acceso a diferentes métodos anticonceptivos ni mucho menos la discusión sobre el tema del aborto. Al no estar contemplado de forma clara dentro del programa cada docente es libre de dar el tema como quiera y esto trae como consecuencia que el educador muestre solo lo que considera necesario según su juicio de valor.


La sexualidad forma parte de la vida cotidiana de la sociedad, aparece en los medios, en Internet, en las publicidades, hay una sobreinformación sexual y esto hace que todos creamos que sabemos mucho pero con esta realidad es muy necesario que se eduque sobre este tema. Derivan grandes problemas a falta de educación sexual desde embarazos no deseados y relaciones violentas hasta una amplia gama de enfermedades. La educación sexual integral debe ser una herramienta por parte de las escuelas para que las próximas generaciones, que debe estar articulada con información responsable en los medios y el diálogo en las familias.




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