Código Plural
Días como flechas
Por Armando Borgeaud
Paloma Blackie, esa mujer

Tres programas de Blackie aparecen en la red mansamente como una botella en la orilla del río. Tres programas del ciclo Domingos estelares, emitidos originalmente por radio El Mundo durante el año 1975 navegan por Youtube en busca del tiempo perdido. El año del rodrigazo, de la huida de Lopez Rega, el año en que Torre Nilsson estrenó Boquitas pintadas, cuando todos sabíamos que el golpe de estado era un hecho inevitable y únicamente cuestión de tiempo. Aquella época en que la radio era casi toda AM y no estaba de moda, como en estos días, descartar la música completamente, excepto a la madrugada, como si hablar sin parar todo el tiempo, mejor no opinar con qué nivel, mejorara la calidad del producto final. Tres programas de una hora donde Paloma habla de música y de la vida de los músicos con esa delicada familiaridad con que la gente sabia convierte en trascendente lo que a primera vista parecía banal. A lo largo de cada espacio va mezclando con gusto exquisito intérpretes y estilos que se aprecian distintos después que ella justifica la necesidad de oírlos en cada momento. Tres programas donde Blackie habla de la soledad. Donde confirma que sin austeridad la elegancia es un adorno sin gracia y la inteligencia, por más que a veces duela, siempre vale la pena. No es casual que en estas épocas donde la igualdad de la mujer se oye cada vez más cerca, reaparezca Paloma porque sí, como si nada, para entibiarnos el aire con su voz consejera de veinte cigarrillos diarios y sensibilidad inolvidable.
1975. Primer domingo.
Estilo. Mientras se cocinan las tostadas en el horno, abuelo ha extendido las hojas del diario como alas de un barrilete sobre la mesa de la cocina cubierta con hule de peras y manzanas. Desde afuera llegan las campanadas del reloj de la iglesia goteando sus campanadas en el vacío de la tarde del domingo. “Montoneros asesinan a Antonio Muscat, directivo de la Fábrica Alba. Isabelita dispone que el Comando General del Ejército procederá a ejecutar todas las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán (decreto del Poder Ejecutivo Nacional 261/1975). El presidente provisional de la Cámara de Senadores, Ítalo Luder, hizo extensivo el operativo a todo el país durante su breve interludio al frente del PEN, mediante los decretos 2770/1975, 2771/1975 y 2772/1975. La inflación no se detiene, será record histórico este año. Leopoldo Torre Nilsson estrena El pibe cabeza y Hugo del Carril, Yo maté a Facundo “
Blackie en su sillón favorito, siempre en el centro del amplio y mullido lugar desde donde controla la reunión en su casa. Domingo a la tarde, la luz natural ha huido de las ventanas con esa rapidez impiadosa de junio. Nadie más que ella allí, inclinada hacia adelante, esa sensación de que podría caer hacia adelante, las piernas flacas cruzadas pero flexionadas, de forma extraña, los zapatos medio salidos de los pies con ese aire de entrecasa descuidado aunque no tanto, bohemia elegante digamos. Tensa como un arco toda ella son sus manos una junto a la otra, en primer plano. Una, sostiene el cigarrillo largo apuntando su mechón de humo hacia arriba, la otra, palma extendida que acompaña las palabras para lleguen mejor desde su voz cavernosa y a la vez delicada, que persuade con firmeza igual a la de su padre, que cada vez más habla por ella, a medida que han venido pasando los años. Manos huesudas, piel blanca transparente, venas en relieve como un cuero finísimamente distinguido. Y el perfume reinando en el aire de ese ámbito delicioso, cuidado pero no dulce, antiguo, no viejo. No hay abarrotamiento de muebles típico de gente grande cargado de adornos demasiado pequeños, unos sobre otros como capas de pinturas de tiempos que uno puede descubrir a simple vista, cuando entiende que el pasado hace rato es lo más importante de la vida. Hay un orden sostenido con obsesión educada pero firme, innegociable voluntad de no dejarse caer por más que las ganas de vivir uno sepa bien adentro que son escasas, poquitas, apenas. Blackie mujer de sacudir indecisos, esgrimir con ironía más que ofender con brutalidad, estilo puro. Siempre hay más de dos personas de visita en el departamento, siempre hay algunas masas, el té de pétalos con alguna anécdota que la risa sin parar entre la tos que arrecia no deja oír y los amigos saben sobreentender. Un arreglo de Ellington, un verso de Gonzalez Tuñón, una infidencia de su Carlos Olivari que esta tarde parece tan lejos porque hace frío, un chiste en el oído en el camarín a solas con Ella, Satchmo, Ellington, en Buenos Aires. Blackie voz ronca, cavernosa y tierna, cuesta comprender que sea posible también la ternura como para lo más valioso hay que cavar. Convenciendo la postura, sonrisa ancha de labios bien pintados, ojos inteligentes, negros, dibujando una mirada indudable por más que su voz interior, tono de cantante guarda su memoria en cajita floreada adolescente. Entrerriana y judía. Ni muerta reconocer la incertidumbre que el resto de los mortales sufre por los poros. Se va yendo la visita cada uno con un apoyar de cabeza blanca, bien peinada para siempre, en el hombro de cada cual, regalo despedida como si fueran tíos, hijas del corazón, amigas de la escuela. Los anteojos pintados de Balckie en su cara ancha, ese dejo de tristeza que se ve tan claramente en las fotos porque ya se sabe que el alma se refleja en la captura instantánea de las cámaras. Ahora, sola otra vez, Blackie es Paloma pero no porque en la intimidad se permita el lujo. Balckie acaricia el cuello de la polera y enciende la radio para escucharse por Radio El Mundo, Domingos Estelares Bardahal. Y Suspira y fuma, y parece que se arrepiente de algo, de alguien, de algunos, pero enseguida no, sigue con los labios cerrados esa melodía de Fresedo y se pierde hacia el dormitorio rojizo

1975. Segundo domingo.
Soledad. Esta tarde abuelo se ha sentado en el sillón de mimbre del hall con vidrios al patio chico y apenas se balancea en un sueño perezoso, mientras el té con limón humea a su alcance en la taza solitaria sobre la mesa brillosa. Lee esas letras negras hechas títulos y copetes. “Se produce el combate de Manchalá, unos 100 miembros del ERP son derrotados por el fracciones del ejército, mientras se dirigían a atacar el comando de puesto de la Brigada de Infantería de Monte 5, que estaba apostado en la ciudad de Famaillá. El ministro de Economía, Celestino Rodrigo, con el apoyo de López Rega, aplica una violenta devaluación de la moneda acompañada de aumentos de tarifas; en lo que se llamo el Rodrigazo, esto generó la primera huelga general contra un gobierno peronista. La devaluación de la moneda se calcula entre el 100 y el 160 %. Murió Anibal Troilo, el bandoneón mayor de Buenos Aires.
El auto la espera abajo desde hace media hora, bien estacionado por su puesto, para llevarla a la radio este domingo a la tarde. Ya se sabe cómo Blackie pide las cosas, de qué manera organiza cada momento de su día, de su vida, sin dudar siquiera de que los demás, cada uno a su alrededor, hará lo que deba sin fallar, de qué otro modo podría ser. Ella no mira al mundo, no observa la realidad desde abajo con el deseo de poder subir alguna vez al sueño. Ella está pidiendo explicaciones continuamente a quien sea, con la sabiduría de quien estuvo allí antes, con el tono justo, más que comprensivo, indagando y al fin ayudando a intentarlo de nuevo cuando es más fácil que recriminar inútilmente, cuando no están las condiciones precisas para desarrollar su talento, o intentarlo, siempre exitosamente, quién lo duda. Por eso trabaja doce, catorce horas por día: perseguir, insistir, hacer y rehacer, consume energía y treinta cigarrillos diarios. Blackie cierra la puerta del ascensor y sale al desolado atardecer de este domingo del 75 bien vestida, el tapado negro, el pañuelito de seda al cuello como quería su madre para el frío, el portafolio en una mano, los discos apretados con el brazo contra el cuerpo como una flaca cantante de jazz apurada para el que la ve desde lejos, ágil. Portazo justo y se va sin pausa. No hay más que el tiempo justo para que el operador deje la taza de té con limón y el cenicero limpio sobre la mesa de paño gastado verde gris, vacía de cosas para ella, eso sí; el locutor, parado a un costado para no obstaculizar los movimientos nerviosos pero precisos de la dama que ahora está frente al micrófono, ese alcaucil plateado según Esteban Peicovich, colgado como un telón, teñido de bermellón por el cartelito en el aire allá arriba y es tan fría esa soledad a la hora de la tarde sin ventanas en el estudio como para un baile de Radio El Mundo, hasta que la voz de Paloma amanece cordial pero nunca dulce si tiene que elegir entre lucidez y vacío. El humo de su cigarrillo es una gota en el mar encerrado de tufo a fumar y olor a transpiración, horas de madrugada, café hervido, yerba criando moho en los mates olivados en los rincones de las telas arañas, cientos de años. El sexo de su voz es mujer eterna compañera de libros, vida vivida y oficio de hablar al que no se ve pero se presiente que está del otro lado del programa Domingos Estelares que hoy sale en vivo, mientras el locutor pasa las hojas del tandero a su lado, y mira el redondel del reloj grande como una luna sucia, allá arriba, arriba. Y Paloma transforma los momentos pequeños de esa hora de música mezclada como pañuelos hermosos revueltos en una feria preciosa, con la dulzura con que unas manos sabias doblan pañuelitos de llorar la muerte o el nacimiento, el llanto indistinto de una llegada o de una despedida. Ese animalito dormido es la voz de Balckie en este domingo del 75 boca de lobo que se traga las luces fuera de foco de los autos, los últimos pasos apurados de los que se mueren por llegar al refugio antes de que caiga el sol definitivamente desolado. Y a esa hora terrible del domingo de ese año, justamente ese año, como lo supimos mejor mucho tiempo después, la voz de Balckie por la radio es la salvación a mano por un rato que permite perder de vista el vacío futuro convertido en un sueño recurrente de autopista desierta en plena noche para siempre, un río sin orillas congelado en la que nos imaginamos perdidos en un sueño donde las ventanas son lejanas luces pálidas, inalcanzables desde aquí abajo, desde donde el vértigo desmiente que haya quien pueda refugiarnos alrededor de una mesa tendida al rescatarnos del naufragio.
1975. Tercer domingo.
Estar con alguien Abuelo no se ha levantado este domingo de la siesta. Un cansancio neblinoso cubre su vejez como si estuviera muy lejos de todo esta tarde. Recuerda lo leído esta mañana en el diario que ha dejado bien doblado, como todos los domingos a esa hora de la tardecita, sobre la mesa de la cocina para cuando llegue mi viejo. “Se produce la primer huelga general, por la presión callejera de la CGT y en especial de la Unión Obrera Metalúrgica de Lorenzo Miguel, López Rega se vio obligado a renunciar a su cargo en el gobierno y abandonar el país. Asume el cargo de presidente provisional Ítalo Luder, la presidente pidió licencia por razones de salud. Hay duros enfrentamientos con la "Compañía de Monte Ramón Rosa Giménez" del ERP. Durante los combates es muerto el guerrillero, Juan Carlos Molina, conocido como "Comandante Pablo" y poco después su segundo, Manuel Negrín. La inflación continúa su ascenso implacable y llueven las denuncias al gobierno por el manejo de fondos “
Paloma habla de la soledad desde su orgullo con voz de fumar toda una vida. Desde sus hombros caídos pero aún firmes en esa voluntad que barre los dolores como siempre la emoción a la vuelta de la vida. La voluntad de no verse caer, sonreír a todo con esa sorpresa en la mirada que miente una esperanza que el rictus de la boca, como una cicatriz, desmiente al explicar todo demasiado y al hacerlo revela la ironía que no puede con su genio y las palabras terminen expresando la fe perdida, qué esperaban de existir acá todo este largo tiempo

Blackie habla esas tres noches desde la radio para ellos dos. Mi viejo llega hasta el caserón a la hora de la tarde noche donde abuelo lo oye llegar desde su pieza de techos altos, el velador de pantalla rojiza encendido, tapado hasta la frente, más pequeño en su desnudez de pájaro mojado, la radio sobre la mesa de luz mal sintonizada, aún el sabor del té con tostadas en la boca que guarda el reciente estar en la cocina donde leyó el diario sábana bien pegado a los anteojos y lo dejó bien doblado como una posta. Esa cocina en la que mi viejo enciende la luz y va derecho a la otra radio grande y marrón apoyada sobre la mesita a un costado de la puerta, antes de quitarse el sobretodo y poner la pava para los mates, al diario bien doblado que abuelo dejó sobre el hule con dibujos de peras y manzanas. Los dos aparatos en los dos puertos de la casa enviándose señales, uno en la cocina de luz blancuzca de la lámpara colgando con su gota cobijada por la sencilla chapa redonda, el patio extenso detrás de la ventana alta, la solidaria voluntad del hombre que viene a silencioso acompañar al viejo, no hay otra manera de estar con otro, porque la casa es tan grande y fría los domingos de ese año 75. El otro, al margen de la cama alta como un barco, testigo de la vida que no sostiene como una ramita.