Código Plural
Argentina perdió 4 a 3 con Francia y se despidió de Rusia 2018
Fue el peor partido del Seleccionado Nacional en sus cuatro presentaciones, fundamentado casi en su totalidad por un desconcertante planteo táctico. El 4 a 3 fue mentiroso: el equipo de Jorge Sampaoli tuvo suerte, y el resultado muestra muy poca diferencia respecto a lo ocurrido en la cancha.

Se terminó Rusia 2018 para Argentina. Un nuevo y previsible fracaso, por una multiplicidad de aspectos que van desde lo táctico hasta lo institucional. Fue la peor performance de la Selección Nacional desde Corea-Japón 2002, y posiblemente el final de una camada de jugadores de altísimo nivel y talento que no supo ser aprovechada y que, increíblemente, no logró conseguir un sólo título. El cuarto mundial de Mascherano, el peor de ellos, y ya dejó claro que no seguirá. ¿Qué sucederá con Messi? Una verdadera incógnita.
Desde el mismísimo momento en que se confirmó que Argentina saldría a jugar octavos de final del mundial contra Francia sin nueve, estaba claro para cualquiera que viera fútbol más o menos con regularidad que el panorama no podía ser otra cosa más que oscuro. O, directamente, negro.
El partido mostró rápidamente que el mediocampo argentino no tenía forma alguna de contener los pelotazos largos de los volantes galos hacia sus delanteros, especialmente a Kylian Mbappe que jugó un partido extraordinario. El número 10 francés se hizo un picnic con la defensa argentina, e incluso le perdonó la vida un par de veces. 19 años, velocidad, físico, y una tremeda letalidad a la hora de definir. Un combo demasiado grande para un mediocampo y una defensa tan pobres y tan improvisadas como las que mostró Argentina a lo largo de todo el ciclo Sampaoli.
Fue justamente una corrida de Mbappe la que rápidamente le dio el primer ''cachetazo de realidad'' a Argentina: en velocidad se comió en un mano a mano a Marcos Rojo, quien le cometió un penal bastante tonto e inobjetable. Griezmann lo convirtió en gol sin problemas, y Francia plasmó rápidamente en el marcador las diferencias de toda índole entre los dos equipos.
Cuando decimos que ''tuvimos suerte'' no estamos exagerando: porque Francia pudo haber tranquilamente estirado la ventaja, y porque Argentina no le generó jamás peligro. Sin embargo, a los 41 minutos, un remate fantástico de Di Maria desde 30 metros terminó con la pelota colgada del ángulo superior izquierdo del arquero Lloris, y puso a la albiceleste inesperadamente 1 a 1. Lo que se llama ''un gol de otro partido''. Duele decirlo, pero Argentina no había hecho méritos para empatar. Y se llegó al entretiempo con un empate y con los ánimos en alza, como todo equipo que empareja un resultado.

Pero ya desde el túnel de regreso a la cancha se vieron cosas muy preocupantes: Argentina se disponía a jugar el segundo tiempo sin número nueve, y con un cambio desconcertante como el de Fazio por Rojo. Salvo que el ex Estudiantes se haya lesionado, no hay explicación alguna para ese cambio. Más sabiendo que Argentina podía estar contemplando la posibilidad de jugar un alargue, y necesitar los cambios como oro.
Así y todo, de repente Argentina se encuentra con un segundo gol. Un remate de media vuelta de muy poco riesgo de Messi es desviado en su trayectoria casi sin querer por Gabriel Mercado, y para sorpresa del mundo entero pasaba al frente. ¿Esta Argentina dando vuelta un partido? ¿En un mundial? ¿En instancias de eliminación directa? ¿Contra una potencia como Francia? ¿Jugando a nada? Si, así y todo.
Pero la alegría duró muy poco. Argentina continuó jugando a nada -como 7 de los 8 tiempos que jugó en Rusia- y a los 57 minutos comenzó el desmoronamiento total: Francia le convierte tres veces en menos de 11 minutos: un golazo de Pavard de volea, y un doblete del fenómeno del Paris Saint Germain puso ''las cosas en orden'': 4 a 2 para Francia, un resultado un poco mas lógico de acuerdo a las gigantescas diferencias que había en cancha entre ambos equipos.

Luego Francia bajó un cambio, se puso en ''modo avión'' y controló el partido. Pudo extender la diferencia, y no lo hizo: un poco por displicencia, otro poco por suerte argentina. Sobre el final del partido, en el minuto 93, un apagado y frustrado Leo Messi, le pone un centro a la cabeza a Sergio Agüero, que anota su segundo gol en esta Copa del Mundo y el 3-4 para Argentina.
La suerte incluso siguió en ese minuto final, ya que el árbitro iraní Alireza Faghani tuvo el criterio suficiente de re-adicionar tiempo de descuento, y porque en la última pelota del partido Argentina no estuvo lejos de alcanzar lo que hubiera sido un resultado desopilante: un empate en 4 goles.

El seleccionado de Jorge Sampaoli, una verdadera comparsa táctica, llegó demasiado lejos no sólo contra Francia sino en el Mundial en general. Clasificó segundo en un grupo sumamente accesible en los últimos minutos del tercer partido, sufrió dos goleadas en cuatro partidos, cambió todos los partidos tanto de once inicial como de formación táctica, y con tanta ventaja dada haber llegado a quedar entre los 16 mejores del mundo resulta un milagro.
En conferencia de prensa, Jorge Sampaoli declaró que tiene intenciones de continuar al frente del equipo argentino. Esperemos, por el bien de la pasión máxima de los argentinos, por ese ''recreo'' de la dura realidad cotidiana que nos da el fútbol, que los impresentables dirigentes que ocupan asientos en la Asociación del Fútbol Argentino tengan un minuto de lucidez y no lo permitan (aunque, para hacerlo, tengan que pagar otra fortuna como la que le pagaron a Bauza y como la que aun le adeudan al Sevilla por la rescisión del contrato del ''pupilo'' de Marcelo Bielsa).